martes, enero 14, 2014

RAY BRADBURY

“Cuando muere, todo el mundo debe dejar algo detrás, decía mi abuelo. Un hijo, un libro, un cuadro, una casa, una pared levantada o un par de zapatos. O un jardín plantado. Algo que tu mano tocará de un modo especial, de modo que tu alma tenga algún sitio adonde ir cuando tú mueras, y cuando la gente mire ese árbol, o esa flor, que tú plantaste, tú estarás allí. No importa lo que hagas – decía – en tanto que cambies algo respecto a como era antes de tocarlo, convirtiéndolo en algo que sea como tú después de que separes de ello tus manos. La diferencia entre el hombre que se limita a cortar el césped y un autentico jardinero esta en el tacto. El cortador de césped igual podría no haber estado allí. El jardinero estará allí para siempre”. 
RAY BRADBURY

Eladia Blázquez

Que dulce mi aire, que aroma a jazmín. Aquí Buenos Aires, mi olor, mi confín. El vino, la casa. Mi poco de fe. Mi gente, mi raza, me dan el porqué. No nos iremos nunca. No importa si hace falta repechar. Si todo en nuestra casa tiene piel. Y estamos por amor hechos a mano. No nos iremos nunca. El cielo en todas partes no es igual. Aquí donde perduran tu ternura y mi gorrión y a mi Argentina le florecen las glicinas en el corazón. Aquí nos quedaremos, juntos vamos a empujar, porque aquello que queremos deberá lograrse acá. Mi gente, mi casa, mi poco de fe, me llaman, me emplazan, me dicen: volvé. Cómo vivir sin verte, si lejos de tu sol no se vivir. Si tengo en vos plantada mi raíz y sos más que un país: un sentimiento. Cómo vivir sin verte si se que pertenezco a esa región en donde la emoción le gana siempre a la razón, porque Argentina tiene locas golondrinas en el corazón, en donde la esperanza siempre inventa algún color y la gente no se cansa de soñar y dar amor
Que dulce mi aire, que aroma a jazmín. Aquí Buenos Aires, mi olor, mi confín. El vino, la casa. Mi poco de fe. Mi gente, mi raza, me dan el porqué. No nos iremos nunca. No importa si hace falta repechar. Si todo en nuestra casa tiene piel. Y estamos por amor hechos a mano. No nos iremos nunca. El cielo en todas partes no es igual. Aquí donde perduran tu ternura y mi gorrión y a mi Argentina le florecen las glicinas en el corazón. Aquí nos quedaremos, juntos vamos a empujar, porque aquello que queremos deberá lograrse acá. Mi gente, mi casa, mi poco de fe, me llaman, me emplazan, me dicen: volvé. Cómo vivir sin verte, si lejos de tu sol no se vivir. Si tengo en vos plantada mi raíz y sos más que un país: un sentimiento. Cómo vivir sin verte si se que pertenezco a esa región en donde la emoción le gana siempre a la razón, porque Argentina tiene locas golondrinas en el corazón, en donde la esperanza siempre inventa algún color y la gente no se cansa de soñar y dar amor
Eladia Blázquez

miércoles, enero 08, 2014

El amenazado - Jorge Luis Borges

El amenazado - Jorge Luis Borges

Es el amor. Tendré que ocultarme o huir.

Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. La
hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,
la vaga erudición el aprendizaje de las palabras que usó
el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena amistad,
las galerías de la Biblioteca, las cosas comunes, los hábitos, el joven
amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche
intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo, es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se levanta a la voz
del ave, ya se han oscurecido los que miran por la ventana, pero la
sombra no ha traído la paz.
Es ya lo se, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la
espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con su pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos que cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.